El chip prodigioso cumple 20 años

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La Marató de Barcelona de 1995 fue la primera en usar esta tecnología para cronometrar pruebas de masas

Per Carles Gallén @Galldindi (publicat a “Mundo Deportivo” 14/03/2015)

“El chip salva la edición más lenta” tituló quien esto suscribe en la crónica de la Marató de Catalunya-Barcelona celebrada el 19 de marzo de 1995 entre Mataró y el Estadi Olímpic de Montjuïc, en la que el ruso Igor Tchouprakou se impuso con un discretísimo tiempo de 2h.21’12”. La antigua maratón, hoy convertida en Zurich Marató de Barcelona, comenzaba a languidecer por su poco gancho y la dureza del ascenso final hasta el que había sido el punto neurálgico de los Juegos Olímpicos de 1992. Y la noticia de aquella edición, más que el ganador o el número de participantes –sólo 2.876-, fue el estreno de un nuevo sistema de cronometraje basado en un chip que los corredores llevaban atado en un soporte de plástico a los cordones sus zapatillas.

De aquella novedad han pasado ya 20 años y, aunque la Marató ha cambiado no sólo de nombre sino que desde 2006 tiene también nuevos organizadores y un nuevo circuito totalmente urbano con principio y final en la Avinguda María Cristina, los 19.200 corredores que mañana la disputarán seguirán llevando en sus zapatillas el chip que, combinado con las alfombras lectoras situadas en diversos puntos del circuito, les permitirá conocer el tiempo real que han invertido para recorrer los 42,195 km. de la prueba, así como el de los pasos parciales.

“Supimos que en la maratón de Berlín habían utilizado unos meses antes unos chips comercializados por la empresa holandesa ChampionChip, que ahora es Mylaps, y conJosep Maria Antentas y Bep Solé –reconocidos corredores de maratón y también organizadores– decidimos probarlos en Barcelona”, recuerda Andreu Ballbé, ex plusmarquista español de 800 metros, maratoniano e informático de profesión, quien desde 1980 se encargaba de cronometrar carreras como hobby por medio del código de barras e intuyó el gran futuro que tenía el nuevo sistema.

Igual que hace 20 años

“Nos pasamos toda una noche en el Hotel Barceló Sants ensobrando los chips para los corredores, que alucinaron con la novedad y no sabían ni como tenían que ponérselos. Pero valió la pena porque fue un éxito”, evoca Ballbé, quien seis años más tarde creó su propia empresa, ChampionChip Catalunya, que se ha convertido en todo un referente en el cronometraje de carreras multitudinarias. “20 años después, el sistema de cronometraje por chip es básicamente el mismo y los corredores están totalmente familiarizados con él”, opina Andreu Ballbé, cuya empresa creó poco después el chip amarillo, pensado para los corredores populares habituales de perfil más serio, que lo pueden comprar y quedárselo en propiedad.

Al margen de tener las clasificaciones de las carreras al instante –antaño los resultados podían tardar más de una semana hasta llegar a los corredores–, las ventajas del chip amarillo son múltiples. Desde inscribirse directamente a las carreras por medio de la red, poder entrar en los cajones de salida, recibir SMS con las marcas realizadas o la participación en la Lliga ChampionChip Internet, que ya va por su décimo quinta edición, o en la Lliga Corrent Fem Barça, que cumple la tercera.

Según Ballbé, “en la actualidad hay unos 100.000 chips en circulación entre carreras atléticas, de montaña y triatlones, de los que unos 40.000 pertenecen a los corredores que habitualmente participan en la Challenge BCN 10K”, un circuito que ya lleva siete ediciones y engloba las quince carreras más importantes de Barcelona, entre ellas laMarató, en la que 9.000 de sus 19.200 participantes usarán el chip amarillo.

En los últimos años su empresa también ha entrado en el negocio de los chips incorporados a los dorsales, que hacen la misma función que los blancos de un solo uso o alquiler y son complementarios a los amarillos. “El chip amarillo es lo más ecológico que hay para dar los tiempos oficiales de las carreras. La cultura del chip aún está en crecimiento, pero tenemos que encontrar la fórmula para que éstos sean más baratos y sostenibles y se puedan tirar, como sucede con los dorsales, que ahora son de papel y no de tela como en la época que yo corría, que se tenían que devolver”, argumenta Ballbé, quien asegura que ya se está trabajando con prototipos de chips incorporados a la ropa deportiva.


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